La publicidad emocional continúa siendo una certera herramienta para fidelizar al público con un mensaje o una causa determinada. En todo este escenario existen intentos con mayor o menor acierto, pero hay otros que sobresalen de entre todos los demás. Es lo que en los últimos años está ocurriendo con la ONG Pro Infirmis, que está lanzando campañas emocionales que dan en la diana gracias, en gran parte, al criterio de la agencia Jung Von Matt/Limmat.

Los maniquíes, más adaptados a las personas reales de lo que acostumbran, aparecen en esta ocasión como metáfora de una exigencia generalizada para romper con ciertos estereotipos y siempre con la integración por bandera.

No es la primera vez que esta organización recurre a la publicidad emocional como reclamo. Ya lo hizo hace algunos años con otra emotiva campaña que aún hoy permanece en el imaginario colectivo, también bajo la temática de la discapacidad.

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