En plena vorágine digital, nunca está de más regresar a los orígenes, a tomarse unas vacaciones de uno mismo. Aunque existe quien piensa que languidece, el papel se ha convertido en algo así como un elemento que confiere valor añadido, despertando sentidos que a veces el frío entorno digital es incapaz de prender en cualquiera de nosotros.

En esta ocasión abrimos precisamente nuestra sección semanal de cosecha propia con un trabajo editorial, como es la prestigiosa carta de vinos del afamado restaurante Javier Martín, en la capital cacereña.

La finura del diseño y sus acabados se conjugan con las exquisiteces de un evocador contenido que satisface las pretensiones de los paladares más exigentes. Y es que beber un buen vino va más allá del mero acto formal para postularse como un auténtico protocolo en el que la propia elección también forma parte de juego.

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