Dicen de ella que guardaba el encanto de las matronas romanas que seguían a los capitanes de las legiones. Autodidacta y poetisa de ideario romántico, siendo tan solo una niña Carolina Coronado ya fue blanco de algunas líneas ideadas por el también almendralejense José de Espronceda.

Desde edad temprana desarrolló una gran facilidad para componer versos con un lenguaje algo desaliñado y con errores léxicos, pero muy espontáneos y muy cargados de sentimiento, motivado por amores platónicos, propios de la adolescencia. Vivió en una época  en la que a las mujeres empezaban a abrírseles las puertas de liceos, tertulias y ateneos, como clara señal de la democratización de la cultura. Carolina lucho duramente para que se publicaran sus poemas.

Recogemos ese testigo de frescura y belleza que caracterizó su vida plasmándolo en esta composición gráfica, con ilustración de Eduardo Sabio y fotografía de Emilio Píriz, con la que damos la bienvenida al mes de noviembre en nuestro almanaque.

 

CArolinaCoronado

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