Javier estuvo en el Sala de Exposiciones del Monasterio de Nuestra Señora del Prado en Valladolid acompañando a José Manuel Ciria en la inauguración de CIRIA:BEYOND, una selección de 16 obras de gran (grandísimo) formato realizadas por el pintor en los últimos años. Soportes exteriores, decoración, invitación y un soberano catalogazo del pintor fueron el aporte de Creaerte a este evento patrocinado por la Junta de Castilla y León (hola Patricia!).

Copio/pego la reseña de El Norte de Castilla:

En la década de los 90 el pintor José Manuel Ciria desarrolló un programa de investigación abstracta titulado ‘Gesto y orden’. Veinte años después ese título bien podría resumir su trayectoria desde entonces. Su obra se resuelve en una tensión controlada entre ambos polos de la abstracción, la mancha y el orden geométrico. En sus cuadros hay grito pero a menudo la fuerza del color se posa sobre una retícula que ordena los fondos, de la misma manera que en algunas obras la abstracción se apoya (recuerda o se detiene) en una tendencia a la figura más o menos dramática, con mayor o menor predominio de la línea, con más o menos volumen, según la historia que en ese momento quiera contar.

La exposición ‘Ciria Beyond’ muestra la evolución de este artista español nacido en Manchester en 1960, que vivió aquí la explosión (controlada) del arte contemporáneo en los ochenta y que en el 2005 decidió establecer su residencia en Nueva York, para tomar distancia no sólo geográfica sino también mental con respecto a su obra anterior. Una obra que había evolucionado desde la figuración hacia propuestas más abstractas, pero que nunca perdió de vista cierto clasicismo, quizá inevitable en un pintor que parece conocer bien la historia de la pintura y que necesita una base teórica en la que asentar su trabajo.

Ahora, vista con perspectiva, Ciria puede decir que la evolución de su obra ha seguido una trayectoria en espiral. No en vano su serie más reciente se llama ‘Memoria abstracta’ y es un políptico de esta serie, el titulado ‘Fauces’, el que recibe al espectador en la imponente nave central de la iglesia del Monasterio. Si en algunos momentos ha necesitado «enfriar» su pintura, no es éste. Aquí los rojos y los naranjas estallan ante el que mira, si bien en ‘fila de a seis’ , sin renunciar a la cuadrícula, perfectamente ordenados: de nuevo ese equilibrio entre lo que explota y lo que sigue una fórmula ¿matemática?

La zona del altar muestra un tríptico, ‘La búsqueda del sentido’ , en el que la investigación en torno al color y su ausencia ofrece una muestra espléndida. Los rojos y naranjas del políptico anterior se han convertido en grises y negros: la obra no sólo no pierde fuerza o efectividad sino que la gana desde el polo de la serenidad.

Intercaladas en las limpias paredes de la sala se muestran ejemplos de otras series anteriores pues la exposición no sigue un orden cronológico. Aunque el motivo sea estético, no deja de estar en consonancia con la forma en que se desarrolla su obra. Los cuadros más antiguos pertenecen a la serie ‘Máscaras de la mirada’ y están fechados en el 2005. Aquí las manchas de color dialogan (o debaten) con las figuras de la pared de enfrente, ejemplos de ‘La Guardia Place’ , lo más figurativo de la selección.

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