Resulta que cuanto más humano parece un robot, incluso un personaje animado, más empatía despierta y más identificado nos sentimos con él, es decir, el realismo a la hora de representar los rasgos humanos es algo positivo.

Pero no hay que pasarse, o de lo contrario se puede caer en el «valle inquietante» o «uncanny valley», una zona de arenas movedizas en nuestro cerebro que reacciona negativamente cuando el parecido de un androide con el ser humano real es extremo, entonces nuestra aceptación de desploma, de inmediato experimentamos una inquietante sensación de rechazo.

Por lo tanto, se puede decir que la respuesta emocional describe una elipse, un fenómeno que ya explicó Ernest Jentsch hace más de un siglo en su ensayo ‘On the Psychology of the Uncanny’.

Ahora, un equipo de expertos de la Universidad de California-San Diego han realizado unos escáneres que demuestran que el cerebro humano no identifica a los «androides» como robots, ni tampoco como humanos, los hace como «humano extraño», es decir, el cerebro se confunde, no sabe como catalogar lo que ve y se produce esa sensación física de rechazo. A partir de ahora veremos con nuevos ojos las películas de ciencia ficción.

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Visto en agenciasinc.es.

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