El marketing sensorial está cada vez más implantado, e indudablemente funciona. Se trata de conquistar al público a través de los sentidos, pero no solo a través de los que el propio producto estimularía, sino además mandando otros complementarios a los demás órganos receptores. Estos, en principio, no tienen porqué tener relación con el producto en sí, pero generarán igualmente emociones y recuerdos que condicionarán en cierto modo al público, despertando una sinergia entre los sentidos, complementando la experiencia sensorial y ampliando la contextualización. Para esto hay dos especialmente extendidos y estudiados: el olfato y el oído.

No cabe duda que en la edición de Gastroaralia el olfato estaba bien agasajado por el entorno, debido a los deliciosos y tentadores olores que emergían de las taperías, food trucks y expositores. Al igual que el olfato, el oído es un sentido que no nos distrae de percibir los estímulos visuales, pero que puede condicionarnos el estado de ánimo y nuestra predisposición a ellos de forma subconsciente. Por eso, la música de fondo, cuando es agradable, hace que el público se sienta cómodo en el entorno. De la adecuación de esta música a cada situación depende que el público lo disfrute más o menos.

Por ello en Gastroaralia se apostó por acompañar a las distintas áreas, y en distintos horarios, con la mayor adecuación posible. Jazz instrumental para el mediodía y sobremesas y en las zonas en las que había mesas y sillas, y canciones funky más bailables o clásicos nacionales y que se pudieran cantar en momentos más festivos y dinámicos. Contextualizando de esta manera cada momento aún dentro de un mismo evento con temática gastronómica. Este marco musical en directo es sin duda un valor añadido en cualquier evento, y aporta la dinámica necesaria ante las respuesta del público. Citando a Oscar Wilde, el hecho de que de la música pase desapercibida es buena señal, de que era adecuada y permitió a los asistentes disfrutar del resto de cosas del evento, pues cuando es mala o inadecuada la gente no hace más que prestarle atención y sentir incomodidad, sin relacionarse con el entorno.

Por si alguien no se fijó, esto sonaba de fondo en la zona de taperías mientras disfrutábamos una distendida desgustación, charlando con familia y amigos, en un agradable jardín al aire libre. Sin duda es el complemento perfecto.

“Si uno toca música buena, la gente no la escucha, y si uno toca mala música la gente no habla.” –Oscar Wilde

 

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