Al igual que en todo acto de comunicación que quiera resultar eficaz, la corporativa también ha de tener en cuenta las diferentes variables psicológicas existentes tanto en el emisor como en el receptor para adecuar el mensaje con el objetivo de que resulte, además de persuasivo, correcto y honesto.

Al respecto, las marcas e instituciones están teniendo que hacer frente en los últimos tiempos a situaciones de crisis, en varios casos por motivos ajenos. Si hace unos meses fue la pandemia la que alteró el escenario y la relación entre entidades y público objetivo, recientemente ha sido la borrasca Filomena la que ha puesto a prueba la capacidad de respuesta de los perfiles corporativos de los ámbitos público y privado ante la avalancha de comentarios negativos y críticas, especialmente por la imposibilidad de prestar ciertos servicios a causa de la caída de las conexiones.

Es por ello por lo que se hace imprescindible que los responsables del manejo de estos canales en las diferentes redes sociales cuenten con una formación adecuada, pues una desacertada respuesta puede originar en apenas unos segundos un problema mucho mayor en lo que a reputación se refiere. Es aquí donde entra en juego la psicología de la comunicación. Con razonamiento crítico, capacidad de síntesis y empatía, las cuentas corporativas han de saber capear cualquier adversidad.

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