Aunque nunca ha dejado de tener vigencia, sí es cierto que la publicidad emocional, al menos en un aspecto generalizado, estaba ya relegada a fechas concretas del año, como es el caso de la Navidad. Sin embargo, la nueva cotidianeidad a la que estamos sujetos está propiciando que las marcas quieran agarrar nuevamente la temática emocional para no perder el contacto tanto con los clientes como con todo el público objetivo.

Se podría afirmar, incluso, que este tipo de marketing vive en la actualidad su segunda juventud, pues prácticamente no existe una gran corporación que en los últimos meses no haya apelado, de una u otra forma, a la temática de la pandemia. Mensajes alineados con una realidad social que está afectando a todos los sectores productivos y de servicios. Y es que las nuevas tendencias no buscan tanto la promoción de un determinado producto en sí, sino más bien la conexión con las marcas a través de conceptos como la humanización para provocar sensaciones que evoquen empatía.

El exponencial incremento del tiempo que los usuarios pasan en Internet, como ya hemos tratado en otra de nuestras entradas, trae consigo un aumento de la demanda de contenidos audiovisuales en diferentes formatos y plataformas. Algo que ya está siendo tenido en cuenta en las diferentes estrategias de un marketing que sobrevive al abrigo de la publicidad emocional.

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