Para completar una venta no basta con tener un buen producto o servicio a un precio adecuado. Además, hay que tener un plan para conducirlo hasta el cliente. Es aquí donde entra la distribución, en inglés conocida como ‘placement’.

La distribución se entiende como la forma en la cual un bien o servicio llegará desde la empresa a las manos del consumidor final. Es prácticamente imposible que un fabricante alcance de forma individual todas las tiendas. Por eso, hay que desplazar el producto o servicio hacia los puntos de comercialización, para que lleguen a los consumidores finales.

Es importante que, para seleccionar el medio conveniente, tengamos en cuenta otros aspectos como el precio o la capacidad de adaptarse a los cambios del mercado.

No existe un único emplazamiento, ni tampoco uno ideal, lo más adecuado es analizar el producto y el público objetivo para, así, poder llegar hasta quien cumpla con los perfiles ya establecidos.

Además de los canales, en la distribución se incluyen las actividades que se llevan a cabo para estimular la compra del producto, fomentar la gestión directa y estudiar la logística.

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