Si hoy hablamos de publicidad pensamos en un universo cuyos planetas son las redes sociales y todas las aplicaciones, tanto digitales como analógicas, que favorecen el flujo comunicativo. Pero su disciplina, cuyo objetivo es dar de lleno en la diana de un público objetivo previamente determinado, tiene una historia previa a las nuevas tecnologías. De los pregoneros del mundo clásico, a la era de la información, pasando por la imprenta de Gutenberg o la implementación de la radio y la televisión.

En la actualidad, y en comparación con los medios de masas tradicionales, la inversión publicitaria crece mucho más deprisa en gigantes como Google y Facebook, que se han convertido en los principales acaparadores. Del mismo modo, las nuevas tecnologías se han convertido en grandes herramientas útiles para los creativos, poniendo a su disposición nuevas alternativas casi inagotables para la elaboración de campañas.

Si en ‘Mad Men’ la agencia Sterling Cooper se enfrentaba a los cambios cuando tenía que hacer una campaña para Lucky Strike, en un momento en el que el tabaco ya no era socialmente aceptado, ahora también es obligado reciclarse constantemente para ser competitivo en el ámbito digital.

De una forma u otra, las ideas derivadas de una buena creatividad siguen siendo indispensables… En nuestro caso es así desde hace 25 años.

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