No existen temas aburridos, solo campañas aburridas, y la campaña de la que os hablamos hoy lo demuestra. Ha sido la más galardonada en la historia del Festival Internacional de Creatividad de Cannes Lions (formalmente el Festival Internacional de Publicidad) en el año en el que más entradas hubo, más de 35.000 competidores. Alcanzó un nivel internacional de repercusión, prevalece con el paso del tiempo, consiguió su objetivo, llegó al público específico… Alabada por leyendas como Dan Wieden o Lee Clow ha sido denominada “la campaña que todos querrían haber hecho” y es famosa desde que salió en 2012, viralizándose en internet.

Hablamos de “Dumb ways to die” una campaña para Metro Trains de Melbourne con la intención de fomentar la seguridad junto a las vías del tren. A pesar de que ya existían carteles e información en las estaciones, no había nada para influir en el comportamiento de los viajeros. Para diseñarla partieron de la premisa de que los accidentes pasan, pero también de que es relativamente complicado ser arrollado por un tren, y para que eso pase se requiere un comportamiento negligente y despreocupado. No querían nada ‘gore’, impactante o negativo, no quería tocar la fibra sensible de la gente pero sí conectar. Es complicado pedir a los usuarios que dejen de comportarse como estúpidos cerca de los trenes sin ofenderles ¿Cómo hacerlo entonces?

Con una canción pegadiza compuesta para la ocasión, personajes divertidos, humor negro y hacer que no parezca un anuncio hasta que llevas más de dos minutos viéndolo… y para entonces ya estás enganchado. Los personajes sufren accidentes por hacer cosas poco inteligentes hasta que finalmente estos accidentes ocurren por no tener cuidado cerca de los trenes.

Existen cientos de versiones de la canción original, adaptadas a distintas temáticas. También se lanzaron juegos gratuitos para móviles y tabletas. Su contenido cautivador y encantador alcanza a todas las generaciones y especialmente conecta con los más jóvenes, llevándoles un contenido divertido pero también cargado de mensaje. Los niños no tienen miedo a la muerte, pero desde luego no quieren que los demás piensen que son tontos.

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