No descubrimos América si aseguramos que las emociones fomentan los vínculos entre las marcas y los consumidores. Si bien esto no es una novedad, sí lo es la forma de implementar estas políticas en las nuevas estrategias de marketing, pues es aquí cuando entra en escena la inteligencia artificial.

Partiendo de las normas básicas del lenguaje publicitario y con una programación debidamente ajustada, la inteligencia artificial endereza la estructura del mensaje emocional como conclusión de un proceso analítico motivado en el big data. Esto arroja, por ejemplo, altos índices de apertura de correos electrónicos relacionados con email marketing, con cotas superiores a los asuntos confeccionados de forma manual.

A través de algoritmos relacionados con pautas emocionales de consumo del público objetivo, la inteligencia artificial es capaz de hilvanar mensajes a la altura de los grandes creativos publicitarios. De ahí que todo tipo de agencias ya comiencen a instaurar este tipo de sistemas para complementar el trabajo cotidiano.

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