Si hay un asunto que en el gremio periodístico es algo así como un tabú, es la peculiar relación entre las redacciones de los medios de comunicación y los departamentos comerciales. Tensiones, tiras y aflojas… ¿Son realmente nocivas estas discrepancias para el ejercicio y el buen funcionamiento del entramado? No siempre, e incluso en ocasiones pueden resultar enriquecedoras. Pero, ¿hasta qué punto es cierta la percepción de la existencia de presiones?

Nuestra idea hoy pasa por desmitificar una visión generalizada que, al menos en lo que respecta a pequeños y medianos anunciantes, no es del todo cierta. Es evidente que de ellos, ya sean del sector público o privado, procede la mayor parte del sustento económico para los medios. Pero, ¿tienen por este motivo el derecho a instar a los departamentos comerciales y de marketing a promulgar acciones de injerencia en los contenidos informativos? A nuestro juicio, la respuesta es que no.

La relación comercial entre dos partes puede desembocar en guiños y pequeños favores propios del desarrollo de un trabajo, pero nunca en extorsión o chantaje. En ocasiones, los anunciantes pretenden de forma equivocada colocar contenidos irrelevantes en los espacios informativos, pensando quizás que tienen adquirido ese derecho tan solo por ser cliente del medio. Por supuesto, la línea editorial suele imponerse para firmar la negativa, salvo contadas excepciones.

Aquí es donde entra en juego la función del gabinete de prensa, un servicio cada vez más demandado. El libre mercado y la feroz competencia ya no favorece a aquel que simplemente se publicita, sino al que, además de eso, confiere un valor añadido a su producto con una comunicación propia y profesionalizada con el objetivo de ganarse una posición privilegiada en los medios informativos. Y en esta casa contamos con contrastada experiencia para brindar este servicio.

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