La salida del Barcelona de la estrella de la selección francesa de fútbol ha sido una pequeña tragedia. No porque los aficionados culés vayamos a echar mucho de menos sus inexplicables remates a puerta efectuados con la potencia de un niño de cuatro años, sino, porque, básicamente, Henry es un tío guapo. Y eso, amigos, hace que tu novia no proteste demasiado cuando tú estás allí en pleno mes de mayo ocupando la tele en un maratón brutal de tres partidos por semana. ¡Eternamente agradecido, Tití!.

El astro gabacho ha emprendido aventura americana. A Nueva York, nada menos. Los Red Bulls han apostado por él para encabezar un nuevo intento de promocionar el «soccer» entre las audiencias americanas. Evidentemente, y dicho esto con la suficiencia de los que no hemos jugado al fútbol en la vida, van a fracasar otra vez: será un «epic fail» de tremendas proporciones por una razón principal que tiene que ver con, claro que sí, la publicidad.

Un partido de fútbol, con sus noventa minutazos de duración, es algo inconcebible para una televisión americana. No ven la manera de introducir la publicidad necesaria durante el juego para que el despliegue técnico sea rentable. Pensad que el baloncesto incluye cuatro tiempos, no dos, además de infinitos «tiempos muertos» en los que colocar una cuñita de Buckler Cero Cero. Por si fuera poco, y en caso de que los entrenadores no soliciten todos los tiempos muertos que tienen a su disposición, los árbitros están obligados a señalar un «tiempo de televisión», lo quieran los equipos o no, y así facilitar una nueva inserción publicitaria.

En la NFL, osea, el fútbol americano, tres cuartos de lo mismo. En la NHL, lo mismo. El baseball, ni os cuento. Sin embargo, el «soccer» no ofrece ninguna pausa en al menos… 45 minutos. ¡Lo que dura un capítulo entero de Lost! ¡Inadmisible!. Por no hablar de la siguiente paradoja que sólo se produce en el fútbol y en ningún otro deporte más: está permitido empatar. Esto, un americano que vive para competir y ser el «number one» en lo que sea que haga, no sólo no lo entiende sino que lo desprecia.  ¿Empatar? ¡No way!

Así que ahí está Tití convertido en el Beckham de Nueva York. Y entre entreno y entreno, sus nuevos dueños lo están paseando por todos los platós televisivos habidos y por haber.

Este video que enlazo aquí abajo muestra a Titi Henry en un talk show mañanero de la Fox, el «Good Morning New York». Atención al recibimiento que los documentadísimos presentadores ofrecen a la estrella gala. La primera pregunta es la siguiente:

– Bueno, ¿acabas de ganar la Copa del Mundo, no?

El pobre chico sale del paso («eeeer, si, gané una, pero no esta»), pero a partir de ahí, todo es cuesta abajo. América, Henry, el fútbol.

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