Twitter regresa sobre sus pasos. El gigante de la comunicación prohibirá a nivel mundial a partir del próximo día 22 de noviembre la propaganda política pagada con la presunta intención de sanear el debate. Según ha anunciado en la misma red social el fundador y director ejecutivo de la compañía, Jack Dorsey, «el alcance del mensaje político debe ganarse, no comprarse».

La decisión de Twitter, especialmente en países como Estados Unidos, supondrá todo un cambio de paradigma, teniendo en cuenta que en las últimas campañas los partidos han volcado buena parte de sus esmeros en personalizar mensajes para lograr un mayor número de impactos. De hecho, es evidente que gran parte del éxito de Donald Trump para hacerse con la presidencia de este país se basó en una estrategia de marketing político donde los tuits patrocinados coparon buena parte de su apuesta.

Aunque consciente de las grandes cantidades económicas que dejará de ingresar la plataforma por este concepto, el ejecutivo de Twitter defiende que, si bien «la publicidad en Internet es increíblemente poderosa y muy efectiva para los anunciantes, ese poder conlleva riesgos significativos para la política». Todo un brindis por el ‘establishment‘ que, a la larga, beneficiará a los partidos de mayor calado en detrimento de otros cuyo mensaje no cala en medios convencionales o directamente aparece tergiversado.

Ante este órdago lanzado por Twitter, está por ver qué posición adoptan competidores como Google o Facebook.

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