En la época de lo políticamente correcto, del miedo al qué dirán, del pasar por la vida como maleta… los daños colaterales afectan a la riqueza de nuestra lengua. O al menos a un semillero de riqueza lingüística, como es el insulto.

Lo que antaño estaba considerado como un síntoma de distinción intelectual ha perdido vigencia para pasar a convertirnos en la actualidad en meras marcas blancas de la ofensa. Ahora, sin apenas creatividad en lo que a insultos se refiere, recordamos con cierta nostalgia a aquellos literatos que supieron elevar el insulto a la categoría de arte, como es el caso de Quevedo, Góngora, Unamuno o Valle-Inclán, entre otros.

Por eso hoy en Creaerte os mostramos un simpático juego automatizado cuyos algoritmos manejan dos premisas; un verbo en tercera persona del singular del presente de indicativo más un sustantivo en plural. No es otro que el insultador confeccionado por la firma El molino de ideas, que conjuga filología y tecnología y que trabaja en la elaboración de multitud de recursos lingüísticos, aplicaciones y proyectos de formación con el buen uso del lenguaje como leitmotiv.

Comparte esta noticia: