La marca más importante de caramelos japoneses decidió apostar por una campaña publicitaria de responsabilidad social, cuyo reto consistía en animar a los más pequeños a cepillarse los dientes.

Para darle la vuelta a la idea de que la higiene bucal es aburrida crearon al «héroe del cepillo de dientes», convirtiendo en un juego rítmico el momento del cepillado.

Inventaron un dispositivo añadido al cepillo que detecta cada movimiento, de manera que cuando éste se mueve al compás de la música del juego, el participante va destruyendo gérmenes y sumando puntos.

Una muestra maravillosa de cómo la publicidad puede ser aplicada a la educación, y de cómo, por otra parte, en la vida se aprende mejor jugando.

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