La televisión ha sido durante las últimas décadas el espacio rey para la publicidad. La necesidad de financiar los canales de televisión hizo de esta relación una convivencia en ciertos casos abusiva. Ahora tras la migración de buena parte de esos ingresos al entorno de internet y redes sociales, la tele parece haber sido la principal sufridora y quizás hasta la propia culpable.

El abuso, por cantidad y por el sistema implantado, hizo de esos espacios para la publicidad la pausa ideal para acudir al baño o cambiar de cadena.

Anuncios intrusivos que paralizaban el momento clave de nuestra serie favorita o minutos interminables, anunciados previamente, pero no por ello menos prolongados.

Anuncios irrelevantes y dirigidos a un target que no correspondía al producto o servicio han dado al traste con la planificación de algunas campañas. Usemos el big data para corregir esos errores y no caigamos en la tentación de interrumpir un contenido con una llamada de atención en favor de nuestro cliente, es probable que el resultado sea el contrario al que se pretendía. Aprendamos pues de la televisión, más de 70 años deben darnos buenas pistas de qué es lo que no se debe volver a hacer.

Comparte esta noticia: