En tiempos en los que la política parece ser una profesión en sí misma en lugar de un escenario donde aportar de forma temporal toda la experiencia profesional bajo el prisma de la vocación de servicio público, existen ejemplos como el de Marcos de Quinto (Madrid, 1958), uno de los máximos exponentes patrios del marketing desde puestos ejecutivos.

En nuestra sección semanal sobre creativos y creatividad no nos acercaremos al De Quinto político ni a sus preceptos ideológicos como diputado nacional de Ciudadanos, sino al profesional que atesora una trayectoria que bien merece una estación con parada. Licenciado en Economía y tras 36 años en Coca-Cola, Marcos de Quinto fue el presidente de Coca-Cola Iberia durante 14 años, así como vicepresidente ejecutivo de la compañía a nivel mundial y responsable de marketing.

Se podría decir, tal y como se asume desde la propia Coca-Cola, que De Quinto fue el responsable del resurgir de la marca en cuanto a la calidad de su publicidad, con la campaña Taste The Feeling como uno de sus grandes logros. Todo a través de una propuesta One Brand que también incluyó la renovación del sistema de identidad visual de la marca. El creativo madrileño no era nuevo en estas lides, pues a lo largo de su trayectoria en Coca-Cola ya había desempeñado diferentes puestos de responsabilidad en las áreas de marketing en diferentes divisiones asiáticas, así como en Europa, favoreciendo en todo momento reinversiones en materia de comunicación publicitaria que hicieron posible el crecimiento de la firma a nivel mundial.

Entre otros reconocimientos, cuenta con un Premio EFI a la Mejor Trayectoria Publicitaria Profesional, un Premio Nacional de Marketing o un Premio COE a los Valores Olímpicos.

En un artículo en el que De Quinto deja algunas de sus reflexiones vitales, ilustra sobre sus percepciones tras 36 años en el gigante de los refrescos: «Cuando morimos, nuestro hardware (el cuerpo) acaba como nutriente de las plantas y nuestro software (ideas y actos) como nutriente de las empresas. Conviene aceptar el hecho de que todos acabaremos convertidos en eso».

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