El diseño es una suerte de ingeniería mental basada en la búsqueda de soluciones para optimizar el mensaje. Por ello, sus encargados deben trabajar para que la combinación de ilustraciones, fotografías y tipografías transmitan una idea clara. Y qué mejor ejemplo de esto que Milton Glaser, considerado el mejor diseñador gráfico vivo.

Nacido en Nueva York en 1929, Glaser empezó en el sector fundando la firma Pushpin Studio, al mismo tiempo que la fotografía y la televisión irrumpían en la sociedad y alteraban radicalmente la industria de la comunicación. En 1954 empezó a forjar un enfoque innovador y conceptual, evitando las técnicas narrativas convencionales y centrándose en otros elementos, como la importancia de la tipografía. Su perspectiva, la forma de crear el concepto, el diseño general de la página, el tipo o las letras y la imagen de un proyecto recuerdan al método de trabajo de los artistas de la época del Art Nouveau. Prueba de ello es el famoso póster creado para un álbum de grabación de Bob Dylan, convertido ahora en un icono emblemático, gracias a sus líneas contorneadas y colores planos. Entre sus muchos logros, destacan su papel como director de arte en New York Magazine, la Medalla Nacional de las Artes y el reconocido logo de I LOVE NY.

Para el neoyorquino, el arte realiza una función pacificadora en la cultura, en la que sus practicantes crean puntos en común y donde la posibilidad de aprender nunca desaparece.

 

 

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